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viernes, 1 de marzo de 2013

GG Easy


Las Olimpiadas, los Juegos Píticos, la Super Bowl, el campeonato de petanca del asilo de mi pueblo, etc. Desde luego, estaréis pensando que este pequeño conjunto de eventos aglutina a los mejores deportistas de la Historia, los cuerpos más preparados y la mayor de las habilidades. Y es cierto, pero sólo en parte, son eso y mucho más. Desde antiguo, el deporte y la competición han sido no solamente muestra de poderío físico y mental, sino que han sido utilizadas como instrumento moralizante. Es decir, el deporte promueve la bondad, el compañerismo, la amistad, el respeto y todas aquellas cosas con las que a todos se nos llena la boca pero ninguno practicamos.
O por lo menos, así nos lo han vendido hasta ahora... Pero, es sólo una de las caras de la moneda. Día si y día también, vemos prensa deportiva que poco o nada hace en favor de estas grandes ideas, o más bien hacen justo lo contrario. Jugadores de deportes de masa que más parecen navajeros marselleses que altos héroes grecorromanos, grandes empresarios de la construcción que más se asemejan a traficantes de esclavos que a líderes deportivos..., en definitiva, todos esos grandes ideales quedan a la altura de una apuesta en peleas de grillos en las costas de Hong Kong. Donde vive el dinero, muere la moral. 
¡Vamos Pepe, pártele las piernas a Messi! Fuente:  Eltartalo.com
 Y es entendible en cierta manera, o por lo menos justificable, que esto suceda en grandes circuitos multimillonarios. Pero no sólo es así. Basta con que un solo niñato tenga la vacua esperanza o ilusión de asemejarse a uno de sus ídolos mediáticos, para que infecte con su peste maliciosa a todos los jugadores de su entorno. ¿Pensabais que estaba hablando de fútbol? No negaréis que las similitudes son sorprendentes, pero aunque se me haya pasado este deporte por la cabeza mientras escribía esto, en realidad estaba maquinando sobre un deporte mucho más moderno ( y permítaseme que lo llame deporte), los E-Sports. Un mundillo que tiene poco tiempo, pero que aún así nos sirve de muestra perfecta para ejemplarizar esto de lo que estamos hablando. Mientras este tipo de deportes electrónicos (el equipo de UnaDe25 ocupamos todo un PodCast dedicado a este tema) se mantuvo como una afición amateur, la sensación que uno tenía a la hora de jugar, era la de estar siempre rodeado de amigos... 
Ahora la historia es otra, los grandes videojuegos que mueven millones de euros y que permiten la profesionalización de algunos jugadores son caldo de cultivo y reunión de la mayor escoria social que se recuerda. Y no se trata de que sean jugadores que no salen de casa por pasarse el día jugando, esto es hasta cierto punto entrañable, sino que pasa por prepúberes inhábiles que plasman su frustración a la hora de perder (y de ganar) insultando y molestando a aquellas personas con las que están JUGANDO. Obviamente, todos nos enfadamos al perder, e incluso nos enrabietamos, pero si esa rabieta pasa de lo gracioso a lo estúpido, es que no estamos entendiendo ni la verdadera esencia del juego, ni la del deporte.