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lunes, 17 de diciembre de 2012

Solucionar el apagado automático en Ubuntu 12.10


Los seguidores veteranos de este imberbe blog ya me vais conociendo. No tengo pelos en la lengua y si tengo que criticar, lo hago caiga quien caiga. Pues para vuestro deleite morboso, ahí va una de las gordas: Si de algo me arrepiento en los últimos meses es el de haber actualizado a Ubuntu 12.10 desde su versión anterior. Y me da exactamente igual que me digan que debería habérmelo esperado; que si la 12.04 era una LTS (Long Term Support, es decir, una versión con un periodo de soporte ampliado, a cinco años concretamente) que basaba sus principios de funcionamiento en la estabilidad; que si la 12.10 introduce cambios y que si los cambios siempre dan problemas. Lo malo de este argumentario es que no se sostiene con los hechos en la mano. Y no es que 12.10 no tenga problemas, que los tiene. Es que los problemas que tiene son, desde el punto de vista de un usuario normal (no me meto en cuestiones internas de funcionamiento, no es mi terreno ni entiendo nada de programación), auténticas pijadas de libro, unas chapuzas. Esta semana he pensado en denunciar algunas de ellas, para que veáis a lo que me refiero. Problemas muy tontos, de solución relativamente sencilla (y no me canso de insistir, no sé si son problemas gordos de fondo, el caso es que los he solucionado y tampoco era tan difícil), que dan una sensación final bastante negativa para el usuario. Sobre todo estoy pensando en la gente que migra recientemente desde los sistemas privativos masivos, movidos por el afán de conocimiento en algunos casos, la comodidad en otros... atraídos al fin por un movimiento que cada vez se hace oír con una mayor fuerza. Y estos errores pequeños son asociados por estos nuevos usuarios con la mala calidad. Eso me parece muy peligroso, sobre todo teniendo en cuenta que con el tiempo serán cada vez más las personas que decidan plantearse la migración, y lean o escuchen valoraciones negativas de las alternativas disponibles. El problema me parece aún más llamativo cuando exceptuamos estos problemas menores y en el día a día comprobamos que en realidad Ubuntu 12.10, con una máquina potente, funciona. Y muy bien. Vamos, tan bien como cualquier distro Linux, con la salvedad del consumo de recursos de Unity. Así que no me vengan con milongas. Ubuntu 12.10 tenía la obligación moral, empresarial, o lo que queráis, de mantener el estándar de calidad que había colocado bien alto su predecesora. Así, a día de hoy no le recomiendo a nadie que instale la versión 10 sino la 04, y a los que les he podido instalar directamente el sistema ni les he dado elección. Ubuntu 12.04, y si no, Xubuntu, Kubuntu, o Mint. Y si supiese más de estas cosas probablemente ampliaría el horizonte, pero de momento acabo de salir del analfabetismo digital. 
y ya más a gusto, paso a desarrollar el tema del vídeo. En algunos casos no muy bien diagnosticados, Ubuntu 12.10 no gestiona adecuadamente el sistema de apagado automático de la pantalla cuando el sistema se encuentra inactivo (sin presión de teclas o movimientos de ratón, vaya). Por lo que he leído por ahí, el problema es errático y se reproduce de maneras muy diferentes según a quién le pase: hay a quien se le apaga la pantalla incluso viendo películas, aquí se apaga a los diez minutos, allí a los dos, acullá se apaga sencillamente cuando le da la gana. 
En principio la solución proporcionada es la obvia y debería funcionar. Basta con meterse en la aplicación de configuración del sistema y ajustar los controles de brillo y bloqueo y/o de energía. 

Enmarcadas en rojo, las soluciones básicas. Debería funcionar, o tal vez no
En mi caso particular esto no sirve absolutamente de nada. Es decir, parece que lo que consigo controlar es que el equipo se suspenda tras un tiempo (en la sección de energía se controla este comportamiento), pero la pantalla negra persiste. 
La segunda opción es más avanzada, y además nos proporciona una interesante herramienta con la que trastear (y potencialmente cargarnos el sistema) con diferentes variables de funcionamiento de Ubuntu. Se trata de Dconf editor, que podéis instalarlo mediante el siguiente comando en el terminal (Ctrl + Alt + T):
sudo apt-get install dconf-tools
El programa presenta una interfaz muy simple basada en la modificación de variables que se pueden seleccionar desde un árbol de aplicaciones y componentes situado a la derecha:

Dconf puede solucionar el dichoso problema. O no hacerlo
Básicamente, y en lo que atañe al asunto que nos ocupa, tenemos que buscar el grupo "power" que se encuentra desplegando los valores org > plugins > power, y modificar las cadenas que pongo a continuación según los valores siguientes:
  • idle-brightness = 0
  • idle-dim-time = 0
  • sleep-display-ac = 0
  • sleep-display-battery = 0
  • sleep-inactive-ac-timeout = 0
  • sleep-inactive-battery-timeout = 0
Para liar aún más las cosas, hay quien propone otra solución al problema mediante otra cadena de Dconf, localizada en org > desktop > screensaver, en la que tenemos que localizar y desmarcar las cadenas:
idle-activation-enabled  
ubuntu-lock-on-suspend 
Como veis, el follón es de los gordos. Y lo que es aún peor, ni siquiera este método garantiza solucionar el problema. Así que ahí va una tercera alternativa: configurar a mano el servidor X.org. Aunque hay abundante información en el enlace anterior, resumiendo mucho podemos definir esto del sistema X.org como la parte de los sistemas que se encarga de la gestión de la información que tenemos en nuestras máquinas mediante una interfaz gráfica. Vamos, que es lo que nos posibilita la interacción con el ordenador a través de una pantalla y otros periféricos. O sea, que es una de las partes más críticas de nuestro sistema, mucho cuidadito. En cualquier caso, el proceso es sencillo. La configuración manual de x.org se hace a través de un archivo, al que se accede mediante el siguiente comando en terminal:
 sudo gedit /etc/X11/xorg.conf
El archivo que vamos a abrir contiene información que, si sabemos lo que hacemos, sirve para ajustar y en algunos casos mejorar sensiblemente el rendimiento de determinadas cuestiones relacionadas con la interfaz gráfica. En este caso, podemos eliminar directamente la activación de los sistemas de ahorro de energía añadiendo las siguientes líneas: 
Section "ServerFlags"
Option "BlankTime" "0"
EndSection

Enmarcadas en rojo, las líneas que debemos añadir. El resto ni tocarlo


El paso siguiente será guardar el archivo, y reiniciar el X.org. Esto se hace cerrando la sesión o reseteando, lo que más rabia os dé.  Bien, ahora viene lo bueno: ni siquiera con este método puedo garantizaros que vuestra pantalla aguante  más de diez minutos encendida sin tocar el ratón. Lo único que puedo aseguraros es que en el mío, actualmente, todo lo anterior funciona. Y cuando digo todo, digo todo: por si acaso yo he optado por utilizar todos los métodos, de forma que no sabría decir cuál de ellos funciona; yo apostaría por el método de X.org, pero francamente, después de horas de probaturas, no estoy dispuesto a concederle a este asunto un segundo más de investigaciones y reseteos. Os aseguro que he pasado mucho tiempo intentando arreglar este problema, que en el fondo no es grave, pero como digo en el vídeo, a Linux le presupongo que todo lo que veo en el sistema está abierto y puede ser modificado. No es que en este caso estemos hackeando nada, simplemente se trata de un bug. Pero me fastidia, me incomoda, me pone nervioso... 
Termino el artículo con un consejo que viene al hilo de mi experiencia con el problema del auto-apagado. Si vais a pasaros a la próxima versión de Ubuntu, la 13.04, en cuanto salga: os recomiendo que no actualicéis el sistema, sino que hagáis una partición nueva para probarla; o si sois valientes, formatead el disco duro y haced lo que se llama una "instalación limpia". Al parecer, aunque no lo tengo del todo claro, ni mucho menos confirmado, este bug está relacionado con el hecho de actualizar el sistema en lugar de instalarlo limpiamente. Y esa, amigos míos, es otra de las cosas que espantan a los usuarios nuevos. Un usuario nuevo espera que si se le da la oportunidad de actualizar el sistema a una nueva versión, este proceso sea sencillo y que no dé problemas, bajo la premisa de que "si lo sacan para que lo descargue, será porque funciona". En Linux en general, y en Ubuntu en particular, las cosas no funcionan así. Una actualización de la distro es una cosa delicada y conviene tomárselo con calma. Yo, que soy un ansioso, no hago caso de mis propios consejos. Pero vosotros que sois mucho más razonables y maduros, tenedlo en cuenta. 

Nota: Como os digo siempre, no soy informático, así que todas estas chapucillas que os propongo son el resultado de unas cuantas búsquedas por las fuentes  de información más habituales para solucionar problemas en Ubuntu. Lo único que he hecho, por lo tanto, es ponerlo en castellano, en vídeo y con reflexión filosófica de regalo. Las fuentes son las siguientes: Askubuntu y Launchpad. No citar es de cobardes, ya sabéis.