Los últimos vídeos han sido continuaciones de las series que estaban en marcha desde hacía tiempo, y ya me iba apeteciendo empezar nuevos manuales. Hoy os traigo la introducción de uno que, a buen seguro, os va a interesar a algunos: OBS Studio.
No es que servidor sea un experto en esto del screencasting, pero creo que tras unos cuantos años haciendo vídeos, estoy en condiciones de compartir mi experiencia con vosotros, con la casi certeza de que puede resultar de utilidad. En este sentido, uno de los mayores quebraderos de cabeza que he tenido a la hora de elaborar mis contenidos es el de dar con el grabador de escritorio ideal. No es que falten las alternativas, que he ido resumiendo en esta serie. Los programas orientados a esta tarea en Linux siempre han tenido, en mi opinión, algún defecto. El que yo creo que es el mejor, kazam screencaster, es una solución simple y funcional, aunque siempre he echado en falta alguna cosilla. Otros programas, también simples y funcionales, han tenido las mismas carencias o, lo que es peor, me han dado múltiples problemas en diferentes apartados: compatibilidad de códecs con mi software de edición (Cinelerra, mon amour) o excesivo consumo de recursos.
Total, que durante estos años me he conformado con kazam, y lo cierto es que no tenía queja alguna. Cumplía su cometido, sin más, y las carencias que tenía se suplían con un poco de imaginación. Por ejemplo: si quería que en mi vídeo se viese la webcam además del escritorio, siempre he utilizado GTK UVC, lo cual no es una solución ideal, pero funcionaba.
Y hete aquí que, tras decidir volver al ataque con el blog y el canal, me encuentro con un programita que, si bien había investigado en el pasado, nunca me ahabía convencido: el protagonista de hoy, OBS. Como os digo, en el pasado lo había probado, pero los resultados eran más bien nefastos. O no me grababa nada, o hacía cosas rarísimas con el audio, o directamente se crasheaba como si estuviese poseído por un espíritu diabólico. El caso es que me decidí a darle una oportunidad y... voilà! En cuestión de segundos y un par de pruebas de imagen y sonido, me di cuenta de que OBS y yo nos íbamos a llevar muy bien. El rendimiento del programa es óptimo, y su consumo de recursos sorprendentemente comedido para las funciones que tiene. Y, por encima de todo, me permite hacer todo lo que quiero, de la forma que quiero, y con más posibilidades de las que realmente me interesa. En definitiva; tiene lo que quiero en un buen programa: que me ponga mi propia imaginación como límite (voy a convertir esta frase en mi lema, al paso que voy).
A partir de hoy voy a ir desgranando, poco a poco, las funciones más importantes y las opciones de configuración críticas de este programa, tanto en su faceta de grabador de escritorio como de retransmisión de emisiones streaming. Eso sí, voy a orientar el contenido de los vídeos a la producción de tutoriales, y no tanto a la del gameplay. Las razones son evidentes, creo: no me dedico a los gameplay (aunque los respeto como contenido, y sigo a unos cuantos youtubers especializados en ello) y, en el mundo Linux, tenemos que atender a prioridades. Y es que nada me gustaría más que, de resultas de esta serie, alguno de vosotros se anime definitivamente a divulgar cosillas sobre el mundo del pingüino. Y si así lo hace, que me lo comunique, yo encantado de hacerle publicidad.
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