domingo, 28 de julio de 2013

Vídeo-Distro #15: Linux Mint 15 "Olivia"




Como no podía ser de otra manera, en la vídeo-distro décimo quinta le toca el turno a una de las distribuciones más importantes de todo el panorama Linux, si no la que más, al menos en cuanto al número de usuarios que disfrutan de ella. Se trata de Linux Mint, que lleva ya unas semanas con su versión 15 en la calle. Vamos a echarle un vistazo a lo que nos ofrece, sus ventajas, que son muchas, y algunas de las cosas que quedan aún por pulir. 
Linux Mint lleva prácticamente desde sus inicios siendo la piedra en el zapato de Ubuntu. Por mucho que digan lo contrario, y a falta de datos oficiales, Mint es con muchas probabilidades, la distribución más extendida desde que los de Canonical decidieran abandonar el paradigma Gnome 2 en favor del polémico entorno Unity. Este cambio y el consiguiente malestar de miles de usuarios llevaron a esta pequeña distribución a erigirse en una alternativa válida para muchos que necesitaban un entorno ligero, amigable y sin mayores complicaciones. Puede que los chicos de Mint lo hayan conseguido en parte; la interfaz Cinnamon es, ante todo, intuitiva... sobre todo si vienes de Windows, claro. Una sencilla barra inferior donde se agrupan los lanzadores, indicadores, y el menú de aplicaciones, como toda la vida, vaya. Es decir: un entorno muy poco emocionante, funcional y que no dejará a los usuarios con cara de pez, como suele ocurrir con otras interfaces más sofisticadas.

Escritorio de Linux Mint. Simplicidad al poder

En los otros puntos es en los que Linux Mint todavía tiene cosas que demostrar. Cinnamon, a pesar del fuerte desarrollo y las mejoras permanentes, sigue sin ser un entorno ligero, y en este sentido creo que otros como MATE, por citar uno, les están ganando la partida. En cuanto al tema de las complicaciones, Mint se queda a un interesante medio camino entre las abigarradas opciones de KDE y el asfixiante minimalismo de Unity, lo cual creo que es positivo: Cinnamon permite bastante posibilidades de tuneo, pero de momento sus opciones no son suficientes como para terminar socavando nuestra productividad, como sí ocurre con KDE.


Menú de aplicaciones. Elegante y funcional

Instalación

Cero problemas. Mint se basa en Ubuntu y eso se nota sobre todo en dos cosas: la enorme cantidad de software disponible y el proceso de instalación. No me cansaré de elogiar la calidad del instalador Ubiquity, que aunque puede que no tenga suficientes opciones para los usuarios avanzados, cumple a la perfección su papel para llevar a cabo instalaciones rápidas y sin demasiados conocimientos. En este caso, además, el proceso se simplifica más todavía, pues en Mint no tenemos la posibilidad de no instalar software privativo. El instalador se encarga de hacerlo, quieras o no. De nuevo nos encontramos con un planteamiento pensado para los más novatos. Como de costumbre, si queréis más detalles aquí tenéis la guía de instalación en vídeo, que para eso estamos en internet y esto es un rollo multimedia:


Lo negativo

Poquita cosa; si acaso algo que ya menciono en el vídeo: Mint no es todo lo rápido que debería. No entiendo muy bien a qué se debe, pues el escritorio no es que sea un derroche de efectos tridimensionales. El caso es que, sin ser lento, no vuela, y eso es lo que me espero de una interfaz simple. Por otro lado, ese diseño al estilo Windows, francamente, me parece aburrido. Sé que esto es una tontería, pero es una cuestión subjetiva que puede que afecte a los que ya llevamos una temporada coqueteando con el pingüino; por suerte contamos con unas cuantas opciones para cambiar el entorno, de forma que podamos tener una barra superior o dos barras al estilo Gnome 2. 

Centro de Configuraciones. Me suena de algo...


En otro orden de cosas, Mint nunca me ha hecho demasiada gracia como planteamiento de distro. Eso de surgir como respuesta a Ubuntu me parece estupendo, pero en ese caso habrían hecho mejor en basarse en otra cosa, digo yo. Para eso está Debian, por ejemplo. Por suerte desde hace un tiempo ya está a nuestra disposición LMDE, que es Mint basado en Debian, como debería haber sido desde un principio. 

Lo positivo

Conforme pasan versiones de Mint la experiencia de uso se va haciendo más y más coherente. Todo está donde tiene que estar, y tiene un aspecto cada vez más uniforme. Su gestor de software está muy bien, es rápido y de fácil uso. Sus opciones de configuración son simples, se entienden a la primera y funcionan casi sin problemas. Cuenta con algunas opciones estéticas, no muchas, pero suficientes para personalizar el escritorio. El menú funciona bien, la búsqueda de programas se hace de manera rápida y sin ningún problema. 

Gestor de Software. Mejor que el de Ubuntu

Cuenta también con suficientes atajos de teclado para los que prefieren la tecla que el clic. Y además cuenta con el trasfondo de Ubuntu y su inagotable cantidad de software y repositorios, lo cual garantiza que contará con programas actualizados permanentemente. Es decir: mola.

En resumen

Yo creo que lo que me pasa con Linux Mint es lo mismo que me pasaba con el típico compañero de instituto al que le salía todo bien, supongo que sabéis a lo que me refiero: ese que sacaba las mejores notas en todo, que tenía el record provincial de los 1.500 metros lisos y que encima se ligaba a todas las compañeras, feas incluidas, el muy egoísta. Y encima era buen tipo, así que no podías culparle de nada. Pues con Mint pasa lo mismo. Mint está bien, funciona bien, es incluso bonito (según tus gustos, claro); tiene toda la pinta de que terminará convirtiéndose en la distro de referencia, si no lo es ya. Pero al mismo tiempo, Mint me parece una de las distros más sosas que conozco. En mi opinión, distribuciones como Elementary son más "emocionantes", en el sentido de que prometen algo diferente (en este caso, copiando descaradamente a OS/X, pero bueno); otras como CrunchBang son inigualables en el terreno de la ligereza. Mint parece estar a medio camino de todas ellas, con lo cual es lo ideal para que nadie pueda decir nada excesivamente malo de ella, pero creo que tampoco excesivamente bueno. Que no digo que no sea mala, conste. Con Linux uno busca "algo más", algo que seguramente no se encuentra nunca, pero que aparece de vez en cuando, por aquí y por allá, de distro en distro. En este sentido, Mint es demasiado perfecta, demasiado redonda, y todo aparenta a que seguirá por el mismo camino. Genial para todos, supongo.   





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