Juro que no lo he hecho a propósito. Las últimas vídeo-distros trataban todas ellas sobre derivados de Ubuntu y no era mi intención, lo prometo. A ver si puedo redimirme pasando revista a un sistema operativo que no tiene nada que ver (ni remotamente) con Canonical. Vamos a echarle un vistazo a la distro del caldero mágico.
Lo curioso del caso es que la preparación de esta vídeo-distro ha sido un poco peculiar; en realidad quería ponerme nostálgico y repasar la distribución con la que inicié mi andadura en Linux, que no es otra que la venerable Mandrake. Naturalmente, sabía que esta distribución está actualmente desaparecida, recordaba vagamente que se había transformado en Mandriva. La situación actual de Mandriva es un poco confusa, y lo que queda de esta compañía es un portal en el que se venden unas cuantas aplicaciones, y otro donde hay una versión alpha de OpenMandriva... mal rollito. Total, que me decidí por la nieta de Mandrake, y he de reconocer que me he llevado una agradable sorpresa. Algún día os contaré mis experiencias con Mandrake, os reiréis un rato... pero vamos al lío, no me voy a poner a contar batallitas como de costumbre.
Instalación
Un tanto peculiar. Se lleva a trompicones, de una forma un poco extraña. No quiero decir en absoluto que sea una secuencia de instalación compleja, para nada. Cuenta con un modo Live perfectamente funcional, con varias modalidades de ISO's descargables desde su página web, diversos entornos de escritorio, y un programa de instalación muy completo y, no obstante, comprensible casi para cualquiera. Pero los diversos pasos de la instalación son extraños para los que estén acostumbrados a Ubiquity o Anaconda, por poner dos ejemplos.
La interfaz de particionado está bien, aunque es poco intuitiva; hay un montón de opciones, que harán las delicias de los exigentes, pero que pueden despistar a los novatos. Y me extraña muchísimo que haya que resetear el sistema a medio camino. Supongo que será normal y no debería preocuparme por ello, pero no deja de sorprenderme. También hecho en falta opciones para configurar el teclado y el idioma (aunque puede que esto tenga que ver con la ISO que me bajé, que estaba sólo en inglés). Hay otras cosas que me gustan bastante, como la posibilidad de editar las entradas del Grub.
Lo peor
Aparte de estas cuestiones sobre la instalación, que no dejan de ser percepciones subjetivas, hay algunas cosas de Mageia que me han dejado un sabor de boca un tanto desagradable. Principalmente la interfaz, que creo que desmerece la calidad estética de KDE. Comparada con maravillas como Chakra u Opensuse, Mageia se queda un poco atrás.
¡No digo que sea fea, conste! Incluso habrá a quien le guste mucho, pero... creo que cosas como el diseño del menú de aplicaciones es mejorable. La distribución de aplicaciones usadas recientemente, aplicaciones en general, y acciones, todo en vertical, puede ser confuso y creo que peca de espartana en exceso. Por lo demás, el diseño de barra inferior y el tema de escritorio son los estándar de KDE, ahí no tengo nada que decir.
Otro programa que me deja ciertas dudas es el instalador de programas, que siendo bastante sencillo puede ser un poco inquietante para los más novatos. Creo que este punto debería tenerse en cuenta a la hora de diseñar esta clase de programas: el usuario novato necesita un poco de vistosidad, y, sobre todo, de claridad a la hora de instalar las aplicaciones. El instalador de Mageia, siendo correcto, creo que muestra la información de una manera demasiado "técnica", y un novato puede tener la sensación de estar a punto de cargarse el sistema cuando en realidad no es así.
Lo mejor
Por suerte los puntos fuertes de Mageia superan con creces a los débiles. La distro del caldero es de las potentes, de las que cuenta con el soporte de una comunidad grande y muy motivada. El sistema es robusto, estable, y cuenta con un completísimo catálogo de software muy actualizado. Probablemente es la distro de KDE más ligera que he probado, y ese es otro punto a favor. La gestión de repositorios, que quizá sea una cuestión poco importante para los noveles, es excelente, y permite seleccionar qué y cómo quiero descargarme en mi equipo. Y, por supuesto, el centro de configuración es extraordinario, algo que sólo podría compararse con OpenSuse.
En resumen
Voy a dejar para el final lo que más me ha gustado de esta distro: sencillamente me encanta lo bien organizada que está la comunidad de Mageia. Sin contar con los medios de un gigante como Canonical, la comunidad de Mageia se ha organizado en torno a un proyecto que nació con fuertes principios éticos, y eso tiene valor en sí mismo. Esta no es una distro que se montan cuatro amiguetes para pasar el rato, o un grupo de personas que simplemente quieren remozar un entorno de escritorio. Mageia es una organización sin ánimo de lucro que tiene como epicentro un sistema operativo, pero cuyos principios éticos van mucho más allá. Si además de todo ello le sumamos un sistema que realmente funciona, y lo hace bien, no hace falta mucho más para que Mageia sea una de las distros que me cae bien.
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