La Vídeo-Distro de esta semana es un
poco especial porque es la primera versión “spin” de la serie.
Para los que no lo sepáis, un “spin” en el terreno de las
distribuciones Linux es una versión “maquillada” de otra
distribución. En este caso, Voyager es un Xubuntu "escondido" detrás de una
capa de aplicaciones y estilos de composición y barras que dejan a XFCE (el
entorno de escritorio en que está basado) bastante guapo. Quizá uno
de los problemas de la mencionada Xubuntu es que su pinta por
defecto resulta demasiado sosa y aburrida. Voyager aporta un punto de
elegancia y modernidad que es realmente de agradecer.
No obstante, no deja de ser Xubuntu. De
modo que el siguiente apartado, el de la instalación, es exactamente
el mismo para ambas distribuciones; si estáis pensando en
darle una oportunidad a Xubuntu, estas instrucciones os valen igual.
Vamos a ello:
Instalación
Una vez descargada la distribución (podéis descargarla desde aquí),
que se puede cargar en un lápiz de datos, utilizando Unetbootin o
las instrucciones que aporta Canonical, nos encontraremos con una
desalentadora pantalla se selección de idioma y opciones técnicas:
A continuación, la primera selección
interesante: iniciar el modo Live, instalar directamente, o diversas
tareas que en principio carecen de importancia (quiero decir, para lo que nos ocupa de la instalación):
A partir de aquí el instalador nos lanza a una versión simplificada del entorno de Voyager, aunque pronto se advierte de una manera evidente la herencia no disimulada de Xubuntu: El instalador es tal cual el de la distro original, sin ningún tipo de cambios, ni siquiera en las sucesivas ventanas “publicitarias” a que nos tienen acostumbrados los de Canonical. Comenzamos con una selección de idioma:
Una verificación de espacio y conexión
a Internet, donde además podremos seleccionar extras privativos:
Y llegamos al meollo del proceso, la
ventana de selección de instalación. Nos reciben las típicas
opciones de instalación independiente, al lado de otro sistema cifrado, modo LVM, o
completamente manual:
Si elegimos esta última opción
tendremos acceso a una simple pero efectiva interfaz de Gparted, con
la que podremos dejar los discos a nuestro gusto:
A partir de aquí, comienza el proceso
de volcado de datos al disco duro propiamente dicho. Este proceso es
simultáneo a otras tareas de configuración, como la selección de
región, nombre de equipo, usuario y contraseña...
Sin solución de continuidad, y una vez
cumplimentados estos trámites, la copia de datos continúa con una
presentación de imágenes que nos cuentan las bondades de...
Xubuntu. De Voyager ni rastro hasta el momento:
Todo el proceso es, como se puede
comprobar, terriblemente sencillo y apto para novatos. Eso sí, los
he visto más rápidos: En los últimos tiempos noto que Ubiquity se
ha vuelto más remolón, y tarda unos minutos más que otros
instaladores. ¿Os acordáis de los tiempos en los que Ubuntu te
recomendaba prepararte un café para hacer tiempo mientras se
instalaba? Bueno, pues ahora os dará tiempo a hacéroslo, incluso moliéndolo
primero y mojando unas pastas.
Lo negativo
Tratándose de una versión “spin”
(sigo pensando en un nombre alternativo en español, disculpadme),
los defectos de esta distribución son los esperables: errores de
traducción bastante graciosos, que convierten a Voyager en una
pequeña Babel donde se mezclan el castellano, el inglés y el
francés; Un comportamiento un tanto extraño de la barra lateral,
que es un poco rebelde a la hora de controlar el ocultado o fijado
como visible; La elección de algunos programas en el paquete por
defecto, que puede que para muchos sean innecesarios. Se nota, y
mucho, que es una distribución personal, hecha por un usuario para
si mismo, pero que ha gozado de apoyo por parte de una comunidad de seguidores que, sin embargo, no cuenta con la suficiente fuerza como
para pulir estos pequeños errores.
Lo positivo
Como venimos acostumbrando, las cosas
buenas superan, con mucho, a las malas. No he visto a Xubuntu con
mejor aspecto que con este humilde Voyager. Y os aseguro que dejar a
Xubuntu con esta pinta instalando y ajustando por cuenta propia puede
ser una tarea larga y tediosa. Por lo demás, cuenta con todas las
ventajas de Xubuntu, a saber: velocidad, escaso consumo de recursos
(unos 200 megas de RAM, tiene buena nota en este aspecto), facilidad
de uso... De hecho, Xubuntu es una de mis distribuciones predilectas,
y la que personalmente tengo corriendo en un pequeño netbook Medion.
De modo que no voy a tirar piedras contra mi tejado, Voyager mola
porque Xubuntu mola, y además corrige algunos defectos de este
aportando un aspecto moderno, elegante y potente, que puede resultar
atractivo para cualquiera. Mención aparte merecen la selección de
fondos de escritorio (algunos de ellos, sobre todo el que viene por
defecto en el espacio principal, son muy bonitos) y la completísima
selección de software que viene preinstalado. Echándole un vistazo
a estos programas, queda patente por qué Voyager se llama como se
llama: es una distribución pensada para viajeros, con todo lo
necesario para estar entretenido turisteando por el mundo: muy
completa en fotografía, algo menos en ofimática, preparada para
chatear y gestionar correos electrónicos, y con una curiosa
selección de software para estar al tanto de las noticias de la
madre patria: televisión y radio online que no falten. Que no se me olvide tampoco mencionar el grado de integración del programa de widgets Conky, que cuenta con un comodísimo selector de plantillas con el que podemos elegir la disposición que más nos guste de la información en pantalla.
En resumen
Un hallazgo muy interesante esta
Voyager. No deja de ser lo que es, una “medio-distro” sin
pretensiones de ir más allá, pero por si sola amerita lo suficiente
como para que cualquiera se piense hacer uso de ella en lugar de la
distro de la que proviene.