viernes, 15 de febrero de 2013

Juegos en Linux: PainTown


Hoy es Viernes y me apetece patear algunos culos. Porque sí, porque soy así. Salvaje, agresivo, imprevisible. Un lobo solitario, un lonely rider, un maldito Lorenzo Lamas del Internet. Un renegado. Un proscrito. Un tipo duro. ¿Ya ha quedado clara la idea?
Ahora bien, si se trata de pegar a alguien puede uno tomar una de estas dos opciones:
  • Salimos a un lugar que huele a sudor (antes era a tabaco) y la gente está inmersa en danzas frenéticas con la esperanza de un acercamiento afectivo con el sexo opuesto (a este sitio lo soléis llamar discoteca). Miramos mal a algún macarrilla y continuamos el ritual entonando unas palabras mágicas que son: "¿Y tú qué cojones miras?". Ya tendremos lista una buena ensalada de ostias. Ahora bien, bajo este método no puedo asegurar que el beneficiario de las mismas sea el macarrilla y no tú. Así que no recomiendo este sistema si no eres Chuck Norris. Además la sangre de verdad es sucia y eso no hace gracia a la hora de la colada.
  • El segundo sistema, mucho más civilizado, es utilizar un videojuego para tal fin. Que no es lo mismo. Pero si tienes manos de estudiante como yo, mejor pegar a polígonos (que no las devuelven) antes que a un tipo de esos que levantan sacos de cemento de cincuenta kilos con el dedo meñique. Además, con el adelanto de la técnica, incluso podemos ambientar nuestras "justas" con el atractivo de los insultos. ¿Para qué sino se inventaron los chats? ¿Sirven acaso para otra cosa que no sea insultar a desconocidos sin la posibilidad de que te arranquen la cabeza?
Obviamente la mejor es la segunda de las opciones, y no porque la violencia real esté mal, que eso se lo dejamos a los pacifistas. Sino por el riesgo a que la violencia nos haga daño a nosotros. En todo esto se ha basado la industria del entretenimiento virtual para inventar el género de los Beat'em Up, conscientes en todo momento que la gran masa de jugadores son unos cobardes con pocas capacidades físicas pero aún así hombres y, como tales, con un instinto natural tendente a querer pegar a todo aquel que... bueno, a todo aquel.

Tan como burros, estos si que pueden tomar la opción nº1. Fuente: Cinema.de
Pero eso es la masa, el vulgo, los windowseros. Los usuarios de Linux son buena gente, gente pacífica, a la que le gustan los puzzles, los juegos de estrategia y, como mucho, los combates por turnos: -Pégueme usted primero y luego será mi turno. "Like a Sir".
Pero la popularidad mata, y es en esa popularidad, donde gente como yo: Malvados, insolentes y amorales; hemos llegado para traer nuestras bárbaras aficiones a un lugar otrora civilizado.
Queremos violencia, y la queremos allá donde vayamos.
Y nada más violento que partir la cara a nuestros enemigos con nuestros puños, nada de armas y balas e historias de esas. Queremos puñetazos y patadas.
Y si alguien quiere, siempre hay alguien dispuesto a dar. O por lo menos así creo que lo han pensado el equipo de Jon Rafkind a la hora de ofrecernos este juego:

El nombre currado, para que no se diga. Fuente:Paintown.sourceforge.net
¿Y si cogemos a todos los personajes molones de todos los juegos de lucha, los juntamos en un juego y los hacemos pelear al estilo de un Final Fight o un Street Of Rage? De esta idea, seguramente nacida de un día de profunda resaca nace PainTown. Un juego -fanmade-  que roza lo ilegal (o lo traspasa que yo no soy experto en esas cosas) al incluir entre su listado de personajes famosos iconos de otras sagas de videojuegos y comics.
La idea está bien, los resultados, regulares. Veamos:
Gráficos: Después de unas partidas al DMC (el nuevo Devil May Cry) los gráficos de este juego me parecen de la prehistoria. Bonitos en el contexto de los juegos que intenta emular, pero insuficientes. Obviamente no se trata de un juego pensado para vender, ni siquiera para hacerse un nombre. Es un juego hecho para fans, para trastear y experimentar; y para tal fin cumple. Pero nada más. Además es irregular, puesto que algunos personajes se integran de manera mucho más eficiente que otros a los escenarios lo que no me deja más remedio que darle una mala nota en este apartado. Duele, pero la verdad es la que es.
Goku y Blanka en el mismo juego. Es un sueño de la infancia, ¿sí o no?. Fuente: Boxbaster.com
Adictividad: Como digo, la adicción que puede producir este juego, más allá de la propia acción de jugar, puede devenir de la posibilidad de descargar nuevos luchadores, probarlos y demás. Fuera de esto, como juego la adictividad es anecdótica. Una partida, una tarde y poco más. A no ser, claro está, que juguemos a dobles con algún amigo/hermano, que es donde la adición a estos juegos se dispara.
Jugabilidad: Irregular. Depende del personaje en cuestión nos encontramos con una jugabilidad que se adapta al juego. O un artificio repugnante. En general se deja jugar, pero la reconversión de los poderes de los personajes yo creo que debería de haberse pensado más. Eso si, la sensación de repartir caña es bastante buena y eso es un plus.
Sonido: Clásico sintetizador de 16 bits, hasta ahí 10 puntos por lo retro. Aún así las melodías no llegan al nivel de las del Street Of Rage (aunque tampoco los juegos actuales  triple A lo consiguen). En cuanto a los fx molan, son simples pero molan. Dan sensación de estar pegando muy fuerte y eso es magia en un juego de este género.
Nota Global: No podemos considerarlo un juegazo, ni siquiera un buen juego. Pero es un buen experimento, un sueño de la infancia cumplido. Un reflujo onírico. Pero nada más. Si no somos "fans" de los juegos a los que homenajea este juego simplemente no nos dirá nada. Con todo, y por mi parte, agradezco su existencia. ¡Faltaría más!