El caso seguro que ya lo conocéis, o si no os remitimos a unos de los miles de sitios en los que enteraros de que está pasando en este fétido país. Sólo tenéis que entrar en Elpais.com o en Elmundo.es, por poner los más importantes ejemplos, para saber que esta nación está podrida. Y no se trata de la noticia de las listas de Bárcenas, o por lo menos no en singular (aunque han sido la gota que colma), sino que se trata de todas esas noticias que vemos día sí y día también en los periódicos y otros medios.
Noticias que hacen vomitar a alguien como yo, alguien que puede aceptar la estulticia, la idiotez o incluso la imprudencia. Las acepto porque ninguno estamos exentos de ellas; todos, en mayor o menor medida somos estultos, idiotas o imprudentes, o lo hemos sido alguna vez en la vida. De esta manera, nunca me he manifestado de manera pública contra (o a favor) de ningún partido político. No porque no tenga preferencias (todos las tenemos) sino porque opino que en democracia la estupidez, la ignorancia y el error, forman parte de la tónica diaria (incluso en las mejores democracias).
Ahora bien, yo, Héctor Blanco González, que recito como un mantra sagrado una cita del importante ensayista Montaigne que dice: "Cualquier otra ciencia es perjudicial a quien no posee la ciencia de la bondad". No admito ni consiento la maldad. Sí, la maldad, ese término que parece que ya no encaja con nuestra sociedad del presente, donde hablar de bien y mal suena más a cuento de niños que a terminología política. Ese término que ha sido difuminado por los intereses de un sistema político y social para hacernos creer la más grande y la mayor de las mentiras del presente: el que todos somos malvados, o todos tenemos culpa.
Pues sepan ustedes (y no hablo ahora a los pocos lectores que alcancen a leer estas letras, sino a ellos, a los de arriba) que yo no he tragado. Que todavía se distinguir entre el bien y el mal, que a veces es difícil pero fue también difícil la carrera de Filípides y no por ello menos infructuosa. Sepan que todos los días encuentro gente buena por la calle (no diré que muchos de ellos no sean estúpidos, pero como he dicho eso puedo soportarlo). Sepan que muchas de esas personas buenas pero estúpidas son los que les han hecho estar donde están hoy. Haciendo el mal. Un mal que sus hijos o descendientes no sufrirán pero un mal que me ha hecho llegar a la decisión de que los míos tampoco lo van a sufrir (por su inexistencia).
Ustedes; sátrapas, malnacidos, corruptos, blasfemos y canallas. Sepan que este de aquí no va a seguir con la boca cerrada. Que me importa poco a qué partido político pertenezcan o a que ideología estén supuestamente suscritos. Que con poco poder o fuerza, pero que aquí tienen un enemigo.
Y en definitiva (y vuelvo a utilizar un lenguaje otra vez pasado de moda): váyanse todos al maldito infierno.
Que no se diga que no tengo humor. Fuente: Twitter. |
Nota de jen0f0nte: Aunque ya sabréis (y si no echadle un vistazo a los últimos artículos) que mi colega Hijos de Odín suele sorprendernos con vídeos y escritos humorísticos o relacionados con temáticas de entretenimiento, este en concreto representa a la perfección mi opinión sobre este asunto, y debe ser tomado como lo que es: una denuncia seria, firme, y representativa, o eso queremos creer, del sentir general de la sociedad española. Nosotros editamos un humilde blog que quedará perdido en el marasmo de la red, y somos conscientes de que carecemos de impacto mediático, por muy orgullosos que estemos de saber que cada vez hay más gente ahí detrás que nos lee y que apoya nuestro proyecto; nos da exactamente lo mismo que nuestra opinión pase sin pena ni gloria. Queremos dejarla negro sobre blanco, grabada en vídeo, y volveremos a hacerlo las veces que consideremos oportuno. Este no es un blog de política. Pero no debemos olvidar que la política no es un coto privado de los políticos y la prensa "oficial". Todos tenemos la obligación moral de defender y preservar nuestros derechos y denunciar los ataques a la legitimidad democrática por parte de quienes pretenden representarnos. En la situación en que nos encontramos todos tenemos la responsabilidad de divulgar el sentimiento de frustración y repulsa, de desesperación y hastío; y los que elaboramos contenidos en internet tenemos en nuestras manos el que actualmente es el único vehículo libre para llevar a cabo esa labor. De modo que este artículo sí encaja perfectamente con la temática de este blog. No sólo defendemos el software libre. Defenderemos nuestra libertad.