Así a lo tonto ya llevamos cuatro capítulos dedicados a Cinelerra... Y todavía estamos rascando la superficie del programa. Esta lentitud se debe a dos razones: por un lado, la potencialidad del programa, que supongo que ya estaréis comprobando, goza de una más que encomiable cantidad de opciones para trabajar; por otro lado, y esto sí que es importante, en estos primeros pasos estoy haciendo mucho hincapié en aspectos que, de no ser entendidos a la perfección, pueden convertir la edición de vídeo mediante este programa en un verdadero suplicio.
Y es que, aunque parezca mentira, Cinelerra lleva las cosas a su manera hasta en los más mínimos detalles. Prueba de ello es el asunto de las estrategias de inserción que menciono en primer lugar en el vídeo, y que durante los primeros días de aprendizaje me llegó a desesperar. Sólo tras muchos pequeños desastres y a base de pruebas y errores llegué a comprender lo útiles que son estas diferentes opciones para algo tan aparentemente simple como introducir los archivos en el programa.
Para aportar más claridad a este asunto que considero importante, repasaré a continuación los usos que se les puede dar a cada una de las estrategias de inserción:
Aunque ni de lejos soy un experto en el manejo de Cinelerra, lo cierto es que tras casi un centenar de vídeos ya estoy en condiciones de afirmar que nuestro editor de vídeo es una herramienta que, bien utilizada, convierte el montaje de vídeos en una tarea esencialmente rápida. En este sentido, tan sólo Kdenlive puede hacerle sombra cuando hablamos de software libre, aunque no llega a alcanzar la velocidad en el flujo de trabajo del veteranísimo Cinelerra.
Algo que no menciono en el vídeo, pero creo que queda implícito, es la explicación sobre la aparente redundancia de algunos botones en la interfaz del programa; me refiero concretamente a los botones relacionados con labores básicas de copiado, cortado y pegado, que se encuentran en tres ventanas diferentes: el visor, el compositor y la línea de tiempos.
En realidad esta sobreabundancia de botones responde a la posibilidad de poder interactuar de formas diferentes tanto con el input como con el output de vídeo o de audio. Explicándolo de otra manera: si queremos trabajar realmente rápido necesitamos poder editar las diferentes partes de nuestros archivos estén en el lugar que estén, bien sea desde la misma línea de tiempos, bien desde el compositor al comprobar el resultado en salida, o desde el visor cuando repasamos el contenido que todavía no estamos empleando. Desde cualquiera de estos canales podemos trocear o copiar para poder aprovechar estos fragmentos a nuestro gusto. Cada una de estas estrategias nos sirve para aprovechar los contenidos que vamos utilizando de todas las maneras posibles. Con el contenido "en bruto" desde el visor, con modificaciones más elaboradas desde el Compositor, o más directamente desde el propio timeline. Como se puede comprobar en la imagen anterior, hay más botones que se repiten a lo largo de las diferentes ventanas, pero su significado no es objeto de análisis en este capítulo. Todo tiene su momento...
Otro elemento al que no se le suele prestar mucha atención, pero que resulta especialmente útil, es el de los clips. Estos clips no son más que fragmentos de audio o vídeo que seleccionamos mediante el visor y que podemos guardar como "archivos virtuales" para usarlos cuando nos apetezca. De esta forma, no necesitamos recortar trozos de vídeo, renderizarlos y volver a cargarlos; tan sólo seleccionamos lo que nos interesa y lo usamos más adelante. El valor real de esta herramienta se comprueba en composiciones de vídeo complejas (cortometrajes cinematográficos); por ejemplo, en la edición de escenas basadas en la técnica del plano-contraplano, donde es necesario cortar trozos de varias tomas de vídeo para ir montando escenas completas.
Una vez entendidas todas estas herramientas, añadidas a las que ya conocemos de capítulos anteriores, puede ser el momento de dar un paso más y adentrarnos en un asunto más complicado: el próximo episodio estará dedicado a las herramientas de cámara y proyector. El nombre suena bastante cinéfilo, ¿verdad? Al final todo es bastante más prosaico, pero merecerá la pena, no lo dudéis.
Y es que, aunque parezca mentira, Cinelerra lleva las cosas a su manera hasta en los más mínimos detalles. Prueba de ello es el asunto de las estrategias de inserción que menciono en primer lugar en el vídeo, y que durante los primeros días de aprendizaje me llegó a desesperar. Sólo tras muchos pequeños desastres y a base de pruebas y errores llegué a comprender lo útiles que son estas diferentes opciones para algo tan aparentemente simple como introducir los archivos en el programa.
Para aportar más claridad a este asunto que considero importante, repasaré a continuación los usos que se les puede dar a cada una de las estrategias de inserción:
- Reemplazar proyecto actual: Limpiado general del timeline. Puede venir bien para proyectos complejos en los que editamos por separado diferentes escenas, que más adelante fusionaremos. También se puede combinar con la opción de crear clips, que explico en el vídeo y en la que me extiendo un poco más abajo; introducimos los archivos que queremos, seleccionamos los clips que queremos, y reemplazamos con otros archivos nuevos.
- Reemplazar proyecto actual y concatenar pistas: Parecido al anterior, pero con la posibilidad de que los archivos se encadenen uno detrás de otro. Un posible uso de esta opción la explico dentro de dos puntos...
- Añadir en una pista nueva: Cuando añadimos un archivo nuevo con el que no contábamos al principio del proyecto. Al crear una pista nueva no alteramos las que ya tenemos hechas, y nos ahorramos el paso de crear una pista "a mano".
- Concatenar con las pistas existentes: Como decía hace dos puntos, esta opción tiene alguna utilidad interesante; por ejemplo, puede venir de perlas para crear un timelapse de forma rápida y sencilla (habrá un capítulo dedicado a este asunto, que además une el mundo de la edición de fotografía con el de la edición de vídeo, doble diversión).
- Pegar en el punto de entrada: Si nos acostumbramos al uso de puntos de entrada y salida (algo fundamental en Cinelerra), es muy útil para poner los archivos en puntos exactos de la línea de tiempos.
- Crear sólo recursos nuevos: Mi modo preferido, por ser el menos agresivo con la línea de tiempos; lo único que hace es añadir archivos al grupo de recursos disponibles. Si sois desorganizados como yo, es el más recomendable.
Aunque ni de lejos soy un experto en el manejo de Cinelerra, lo cierto es que tras casi un centenar de vídeos ya estoy en condiciones de afirmar que nuestro editor de vídeo es una herramienta que, bien utilizada, convierte el montaje de vídeos en una tarea esencialmente rápida. En este sentido, tan sólo Kdenlive puede hacerle sombra cuando hablamos de software libre, aunque no llega a alcanzar la velocidad en el flujo de trabajo del veteranísimo Cinelerra.
Algo que no menciono en el vídeo, pero creo que queda implícito, es la explicación sobre la aparente redundancia de algunos botones en la interfaz del programa; me refiero concretamente a los botones relacionados con labores básicas de copiado, cortado y pegado, que se encuentran en tres ventanas diferentes: el visor, el compositor y la línea de tiempos.
Será por botones... |
Otro elemento al que no se le suele prestar mucha atención, pero que resulta especialmente útil, es el de los clips. Estos clips no son más que fragmentos de audio o vídeo que seleccionamos mediante el visor y que podemos guardar como "archivos virtuales" para usarlos cuando nos apetezca. De esta forma, no necesitamos recortar trozos de vídeo, renderizarlos y volver a cargarlos; tan sólo seleccionamos lo que nos interesa y lo usamos más adelante. El valor real de esta herramienta se comprueba en composiciones de vídeo complejas (cortometrajes cinematográficos); por ejemplo, en la edición de escenas basadas en la técnica del plano-contraplano, donde es necesario cortar trozos de varias tomas de vídeo para ir montando escenas completas.
Ya, es cierto, los iconos son más feos que pegarle a un padre... |