martes, 5 de marzo de 2013

Ubuntu, Ubuntu, Ubuntu



Si este fuese un blog dedicado a Ubuntu estaría cometiendo una locura. Si quisiésemos desde UnaDe25 tener contenidos asegurados para una semana entera lo que deberíamos hacer sería repartir todos los datos que a continuación os daremos en tres, cuatro o cinco artículos diferentes. Ubuntu da noticias como si se tratase de un caso de corrupción de esos de los que conocemos nuevos detalles día sí, día también. 
Por suerte, no somos un blog de Ubuntu, ni un blog de noticias. Nuestra vocación es la de informar, pero después de pasar el tamiz de nuestra reflexión que, feliz o infeliz, es la de usuarios de a pie del software libre. 
Como os decía, lo de Ubuntu en los últimos tiempos es un bombardeo mediático permanente. El objetivo está bastante claro, al menos en apariencia: permanecer en el candelero, de una manera u otra, que se hable permanentemente en el candelero. Una estrategia que sería impecable de no ser porque uno empieza a tener la sensación de que están abriendo fuego a discreción, sin tener ni un blanco ni unos objetivos claros. Vamos por partes.

Ubuntu for Mobiles

Hace ya unas semanas Canonical sacaba a la luz lo que venía a ser uno de los pasos más importantes que se hayan dado en el entorno del software libre y GNU-Linux de los últimos tiempos: el lanzamiento de Ubuntu para móviles. La noticia constituyó un órdago al estado de cosas en el mercado de la telefonía móvil: un sistema operativo totalmente libre (a diferencia de Android), totalmente adaptable y modificable (a diferencia de iOS) y con aires de renovación, rendimiento, modernidad (a diferencia de todo lo demás). La cosa prometía. Además, daba la impresión de que el proceso de lanzamiento iba a ser rapidísimo: móviles funcionando con Ubuntu en 2014, pero imágenes circulando para trastear en marzo de 2013. Muchos ya se estaban mordiendo las uñas, emocionados por la perspectiva de poder cargarse su Android e instalar Ubuntu en un abrir y cerrar de ojos. Para animarnos todavía más, unos cuantos vídeos nos enseñaban en qué punto de desarrollo se encuentra el sistema. El aspecto es impecable, y todo parece funcionar como debe.

Fuente: ubuntu.com

Primera decepción: al poco de la salida, comenzaron de desvelarse las vergüenzas de este sistema. Ubuntu para móviles no es Ubuntu para móviles. Externamente tiene una pinta fantástica, pero en cuanto empiezas a husmear por sus entrañas lo que nos encontramos es un tanto sorprendente, y no para bien. En realidad es una versión maquillada de Cyanogenmod, es decir, Android. Además, el sistema no es usable; prácticamente todas las aplicaciones están sin desarrollar, y la mayoría de las que podemos ver en los vídeos son imágenes png de "lo que deberían ser" en un futuro cercano. Dicho de otra manera: es una demo. En cuanto al primer punto, no tengo conocimientos suficientes para concluir si el hecho de que Ubuntu para móviles sea Android es algo bueno o malo. Pero como usuario de Ubuntu tengo muy claro que es algo decepcionante. Android también es Linux, pero es "muy poco Linux". Se queda con todo lo que el kernel le proporciona, pero elimina muchas de sus posibilidades de modificación, por lo que no es software libre, o al menos no lo es del todo. Hay que tener en cuenta el hecho de que contar con Android como base es una ventaja de cara al desarrollo y adaptación de aplicaciones, y compatibilidad de hardware. Evidentemente es más fácil desarrollar si se tiene una base fiable. Pero estoy seguro de que a muchos usuarios avanzados de Linux les ha desmotivado saber que, en el fondo, no deja de ser otro Android. A todo esto se añade otra amenaza: si van a seguir con la línea de compatibilidad con Android, preparaos para la inundación de aplicaciones Android portadas en un par de minutos. Esto tiene su lado bueno, que es el de contar con el universo de programas Android, naturalmente. Pero también tiene su lado negativo; las aplicaciones Android corren bajo JavaScript, o lo que es lo mismo: obligan a los terminales a correr dos sistemas: el propio de Android y Java. Y esto está en la base de todos los problemas de rendimiento y consumo de batería de la plataforma del androide. Sinceramente, no me gustaría que Ubuntu siguiese ese camino, pero si mantienen la filosofía de compatibilidad con Android me parecería extraño que compañías como Whatsapp se dedicasen a desarrollar aplicaciones nativas para Ubuntu pudiendo hacer un corta-pega de Android. Así que, o mucho me equivoco, o Ubuntu padecerá los mismos o parecidos problemas. 

Rolling Release

Otra de las noticias de los últimos días es la confirmación de un rumor que venía circulando por los mentideros de Canonical desde hacía tiempo: el cambio de política de versiones de Ubuntu. Como sabéis, Ubuntu se actualiza a una versión nueva con una periodicidad semestral, en un proceso que puede ser más o menos sencillo pero que suele implicar una reinstalación completa del sistema (algo, por otra parte, bastante recomendable). Además de esto, Ubuntu cuenta con versiones de largo soporte (LTS), que se suceden cada tres años aproximadamente. Una de las cosas que no se explican del todo bien acerca de Ubuntu es que en realidad el usuario normal debería quedarse con estas LTS y no instalar las versiones intermedias, que no pasan de ser versiones beta de la siguiente de largo soporte. Pero la versionitis es así, queremos estar a la última. 
Por otra parte, hay unas cuantas distros Linux que optan por una política de versiones más sencilla: la Rolling Release. Básicamente se trata de una versión única que se actualiza permanentemente, lo cual simplifica bastante las cosas. En el lado negativo de esta política está el hecho de que los mantenedores de los repositorios tienen que tener mucho cuidado de que el software que añaden no provoque problemas en el sistema, y mucho menos las sucesivas actualizaciones. En políticas de versiones como la de Ubuntu este riesgo es menor, pues el límite de seis meses reduce posibles inestabilidades a ese periodo, y además siempre podemos contar con que las LTS tendrán software un poco más antiguo, pero estable.
Pues bien, parece que se va asentando la idea de convertir Ubuntu en una Rolling. Esto es lógico si tenemos en cuenta el movimiento hacia la "movilización" del sistema, y es que me cuesta imaginar a usuarios poco avezados reinstalando su sistema o sorteando los problemas de una actualización de versión. Las posibles dudas acerca de la estabilidad que mencionaba antes también parece que tienen solución, pues por lo visto la idea es que esta filosofía Rolling conviva con la de las LTS, algo parecido a lo que hace Debian con sus versiones estable y de desarrollo.

De todas formas, seamos sinceros: la versionitis sigue ahí, y dudo mucho que nos vayamos a conformar con las LTS, de modo que una de dos: o en Canonical son tontos (improbable) o saben que la Rolling será la elección mayoritaria. Teniendo en cuenta que Ubuntu es una distro tradicionalmente para novatos, tengo curiosidad por ver cómo lidiarán con los problemas que, sin duda, va a acarrear esta decisión. 

Mir

No me refiero a la estación espacial soviética, no. Mir es el nombre que le han dado al nuevo servidor gráfico de Canonical. Para los que no tengáis ni idea de qué estoy hablando, me explico: Un servidor gráfico es el software que permite que las operaciones que hacemos en el ordenador se puedan ver en pantalla. Tecnicamente esto se denomina "capa de abstracción", que es un nombre muy bonito y sofisticado pero que en realidad se refiere a esto, a ver cosas en el monitor. Desde hace décadas esta tarea crítica se ha encomendado a X, un servidor gráfico que lleva entre nosotros desde el cuaternario en términos informáticos. Como todo en este mundillo, el vetusto X tiene su lado bueno y su lado malo; X es un sistema de fiabilidad comprobada, y compatible con toda clase de hardware. Lleva en desarrollo años, y es conocido y entrañable por parte de los desarrolladores. En el lado negativo, el hecho de llevar tanto tiempo entre nosotros lo ha hecho obeso, y tiene un montón de código obsoleto o que sencillamente no se usa. 
Desde hace un tiempo circula una alternativa a X, que se llama Wayland. Wayland promete solucionar el problema de sobrepeso de X, aunque es un proyecto que avanza lentamente (como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta la complejidad de programación de un servidor gráfico). No obstante, todo apunta a que Wayland es el servidor gráfico del futuro, y que X va a quedar reducido a distros nostálgicas o especialmente volcadas en la estabilidad por encima de todas las cosas. 
En este contexto, Canonical vuelve a la palestra, anunciando Mir como su nuevo servidor gráfico. Las razones para esta decisión no quedan del todo claras, habida cuenta de las dificultades que se plantean a la hora de desarrollar, así por las buenas, todo un servidor gráfico partiendo de cero. En este sentido parecería más razonable arrancar desde Wayland, un proyecto que aun en mantillas ya lleva un tiempo de desarrollo. Pero parece que Canonical quiere marcar su propio camino, y crear un servidor gráfico a la medida de sus necesidades. Esta decisión es además bastante polémica, pues conlleva varios problemas que atañen a todo el ecosistema GNU-Linux. Imaginemos que la idea de Canonical tiene éxito y Mir se convierte en un servidor gráfico funcional y asentado. Un servidor gráfico necesita de unos buenos controladores gráficos. Y los controladores los proporcionan las empresas que desarrollan las tarjetas gráficas, o se desarrollan unos libres a base de ingeniería inversa. Imaginemos que Nvidia o Ati admiten que Mir es un servidor con futuro, que además está apoyado por una empresa y que pertenece a un sistema que alberga una de las estrellas de los últimos meses en el sistema del pingüino: Steam y el resto de compañías de videojuegos que se vayan uniendo a la fiesta. Seguramente se plantearían la posibilidad de crear controladores gráficos para Mir. Y el problema es que no soy capaz de imaginarme ni a Ati ni a Nvidia manteniendo controladores para Mir, X y Wayland al mismo tiempo. Elegirán, y si todo sale como se plantea Canonical, elegirán a Mir. Esto significaría que los controladores para X o eventualmente para Wayland quedarían discontinuados en el primer caso, o sencillamente jamás verían la luz en el segundo. Y esto, por mucho que estemos en contra del software privativo, es una muy mala noticia para Linux en general. Linux tiene vocación de libertad e independencia, pero jamás podrá encontrar un hueco significativo en los ordenadores de los usuarios normales si no tiene un apoyo por parte de las empresas que desarrollan software. Por otra parte, en el caso de que el resto de distribuciones cediesen, el panorama no mejoraría demasiado: estarían a expensas de un proyecto ajeno a la filosofía GNU (que será libre, pero no plenamente desde un punto de vista ético), y por lo tanto Canonical se convertiría en el centro de un movimiento del que no deja de ser un actor más, y con salvedades. 

Unity en Qt/QML

Ligada a la anterior noticia, también se ha anunciado que Unity, el entorno gráfico de Ubuntu, va a ser desarrollado utilizando Qt/QML en las próximas versiones. Siendo una noticia menor, no deja de llamar la atención, más que nada porque da señal de una nueva contradicción o cambio de rumbo repentino en los designios de Canonical. Unity escrito en Qt ya existía. Era lo que se denominaba Unity 2D, utilizado como alternativa al Unity OpenGL para máquinas menos potentes, y que dejó de desarrollarse en la versión 12.10. En este caso parece que la decisión implica la aceptación de que la gente de Shuttleworth se equivocó al abandonar Qt en Unity. Qt, por poner un ejemplo, es el lenguaje de programación de entornos gráficos de calidad contrastada, como KDE. Probablemente esta decisión sea correcta, aunque de ser así, no tiene mucho sentido que hace seis meses abadonaran su desarrollo, para recuperarlo de nuevo. A no ser que todo sea una maniobra de marketing cuyo único objetivo es poner de nuevo a Ubuntu en el ojo del huracán mediático y la blogosfera. La estrategia en este caso es más simple que el mecanismo de un sonajero: cogemos Unity 2D, le cambiamos el nombre a Unity-next y un eslogan pegadizo (mucho más chulo, hay que reconocerlo), y a rezar para que nadie se acuerde del viejo Unity para netbooks sin aceleración gráfica.

Quo Vadis, Ubuntu?

Resulta difícil resumir en un par de frases todo este maremágnum de anuncios, lanzamientos, noticias, rumores y rectificaciones. Ubuntu tiene cada vez más pinta de ser un producto diseñado por un comité de expertos. De expertos en marketing, pero no en programación. Es muy positivo que Canonical lidere un movimiento que tenga como objetivo la implantación de Linux en toda clase de dispositivos; es positivo y beneficioso a largo plazo, en la medida en que sirva para dar a conocer  la existencia de esta plataforma a todo el mundo. De hecho, siempre se ha entendido que Ubuntu era un paso de trámite para cualquier usuario que, proviniendo del software privativo, decida pasarse al bando de la libertad sin romperse demasiado la cabeza. Era algo aceptado por prácticamente todos, y era un hecho que el paso siguiente era darse cuenta de que hay alternativas mejores, o más adecuadas en función de diferentes factores. Era cuestión de tiempo, un proceso natural. 
Sin embargo, con las últimas decisiones, si las miramos todas en conjunto, la conclusión es evidente: Canonical reniega de Linux. Si tenemos Ubuntu en el móvil o en una tableta, la idea es que la gente lo asocie con Android. En el terreno del escritorio, Mir es un símbolo de ruptura con Linux. Ubuntu va a tener Linux escondido en sus entrañas de la misma manera que lo tiene Android, y esto no beneficia a nadie.