viernes, 8 de marzo de 2013

Software Linux: GameCaster



Hoy he pasado una tarde-noche agradable en casa de uno de los compis google-pluseros del canal, Santiago Matilla, intentado reparar su ordenador. La cosa ha ido más o menos bien, hemos conseguido entre los dos reinstalar ubuntu sin cargarnos la partición de Windows y  conservando el Grub intacto. Lo cierto es que la cosa era sencilla, aunque uno con estos temas siempre va con mucho tiento y algo de temor a tocar donde no debe. No obstante, parece que un problema paralelo, relacionado esta vez con el hardware ha dado con nuestro gozo en un pozo, y lo que en principio era un éxito rotundo se ha quedado en unas mediocres tablas a la espera de identificar definitivamente el problema.
Un par de horas después iba subiendo a casa, esperando en vano a que se desatase la tormenta de viento que anunciaban los pusilánimes de los meteorólogos y reflexionando sobre lo que habíamos estado haciendo. Un par de usuarios de a pie, sin galones ni distintivos honoríficos en la casaca linuxera, conseguimos hacer algo que, a cualquiera de los dos, nos habría resultado imposible hace muy poco tiempo. Simplemente una lectura superficial de algunos tutoriales, y un poco de sentido común, en un proceso que ha tenido bastante más de deductivo que de otra cosa. Total, que iba calle arriba pensando en lo cojonudo que es Linux. Pero al mismo tiempo me he puesto a pensar en los problemas que da. Durante el proceso de prueba de la instalación tuvimos que arrancar el Windows, para ver si el Grub no se lo había cargado y esas cosas, y comprobar de paso el funcionamiento de la gráfica en este sistema operativo, a cuyo rendimiento atribuíamos algunos problemas de subidas de temperatura (creencia luego contradicha por un ulterior descubrimiento que no desvelaré porque no viene al caso). Hacía tiempo que no veía un Windows en funcionamiento. Y me pareció bonito. O más bien interesante. No sabría definirlo. Es como pasarse un año en Finlandia y de vuelta al hogar darte cuenta de que las morenas no están tan mal. Perdonadme el símil, sé que es ofensivo.
El caso es que seguí reflexionando, buscando razones para continuar peleándome con Grubs rebeldes, cosas que funcionan "más o menos", entornos que son "casi" perfectos pero que les falta esto o aquello. Algo parecido a una crisis de fe, quizá inducido por la reciente polémica de Icaza pasándose al mundo Apple.
Por suerte, mi mente se aclaró de forma repentina. Recordé porqué me gusta Linux. Y no es porque sea libre y/o gratis, ni porque sea potente, ni porque sea versátil, ni porque podría instalarlo un mono ciego y borracho. Linux es la alteridad. Mola porque no es Windows, ni Mac. Me gusta porque es libre albedrío, funcione bien o mal, es un territorio que me pertenece por derecho al igual que pertenece a todos los usuarios, del mismo modo que unos desterrados que hubiesen creado su propia isla en alta mar, y puesto en ella una bandera de retales proclamando su soberanía; me daría igual que esa isla estuviese construida con basura, yo me apunto a la aventura porque prefiero vivir en mi isla que en vuestros palacios de ventanas y manzanas. Linux es protestantismo, luteranismo, es budismo, comunismo, sindicalismo, anarquía, caos, contradicción permanente, fragmentación y diversidad, buenrollismo y trastos a la cabeza, es un reunión de trolls, es un brick de vino barato en plaza pública a las tres de la mañana con un frío que pela, charlando con gente a la que acabas de conocer pero por quienes sientes una inmediata afinidad. Es todo lo que la gente "normal" detesta. Nosotros podemos permitirnos el lujo de prescindir de las comillas cuando nos definimos.
¿Qué relación tiene esto que os he contado con GameCaster, el programa que os traigo hoy en el vídeo? Iba a decir que alguna, pero sería pura coincidencia. Hoy me apetecía compartir esta reflexión con vosotros. Pero sí que puedo añadir, a modo de enlace, que esto de ser amante de la alteridad nos sitúa del lado de los malos de la película. Somos un bando de una guerra desatada contra el software privativo y el hecho de ser minoría nos convierte mediáticamente, lo queramos o no, en los malos.
Así que seamos malos; olvidémonos por unmomento del software libre en sí, y pensemos simplemente en trolear un poco a Microsoft/Apple. ¿Qué tal si demostramos entre todos que con Linux hacemos lo mismo que ellos, pero mucho más barato y mejor? ¿Y si además atacamos a estos grandes donde les duele? ¿Y si le enseñamos al mundo que con Linux también se puede jugar? Para eso tenemos como aliado al monstruoso Google, que ya sabéis que no es precisamente de fiar, pero que al menos nos deja subir vídeo gratis a Youtube. Y con GameCaster podemos grabar juegos con aceleración OpenGL, de esos con millones de polígonos, de esos que están en Steam y que se venden también para los otros sistemas, y todo eso junto, amigos, es un ZAS en toda la boca a las ventanas y a las manzanas. Nosotros jugamos también, y con un sistema gratuito y libre. Sé que en realidad la cosa está muy verde, que hacen falta mejores controladores gráficos, que la oferta de juegos potentes aún es limitada pero... Ellos no tienen porqué enterarse. Con GameCaster tenemos una arma de trolleo definitiva.
Ah, para instalarlo, lo acostumbrado, PPA que te crió:

sudo add-apt-repository ppa:niteshgupta16/gamecaster-stable
sudo apt-get update
sudo apt-get install gamecaster
 por cierto, que no falte una fotito del programa:


Y ahora sí, este artículo desordenado, que parece escrito al revés, pero tremendamente humano, es el que mejor representa a Linux desde que empecé este blog. Os prometo que el siguiente irá un poco más en serio.