Debo confesar que he tenido muchas dudas a la hora de elaborar este capítulo. Os contaré, de forma resumida y para que comprendáis mi dilema, cuál es mi flujo de trabajo a la hora de elaborar los tutoriales: todos, repito, todos los procedimientos que llevo a cabo en los vídeos, especialmente aquellos que consisten en operaciones de sistema, han sido fruto de mi propia experiencia como usuario de GNU-Linux, es decir, son el resultado de investigaciones y muchas horas de encomendarme a San Google para ir resolviendo mis propios problemas o mejorando mi sistema. Por suerte abundan las fuentes de aprendizaje y solución de problemas por parte de gente que, de forma altruista y sin pedir nada a cambio, ofrece a la comunidad su experiencia y conocimiento. El hecho de haber comprobado por mi mismo que cada uno de los consejos que publico funcionan y funcionan bien me permite tener la conciencia bastante tranquila y sólo preocuparme en los casos en los que, debido a explicaciones defectuosas por mi parte o problemas muy específicos, un determinado truco o consejo de configuración no le funciona a uno de vosotros. Bien: pues este no es el caso. No he probado nunca un método como los que muestro en el capítulo de hoy y debo fiarme un poco a ciegas de lo que he podido encontrar en la red sobre el problema de reinstalar software tras un formateo de disco duro y un cambio de versión. Por eso en esta ocasión agradeceré más que nunca las sugerencias de los que sepáis más que yo, en el caso de que alguno de los comandos que ofrezco no funcionen correctamente o sean mejorables mediante soluciones más sencillas y fiables.
Toquemos madera, porque lo que es cierto es que un capítulo como el de hoy es necesario para una serie como la que estrené la semana pasada. Si lo que queremos es una transición rápida entre versiones de Ubuntu, partiendo de la premisa de que la mejor actualización implica una reinstalación completa del sistema, es fundamental poder reinstalar el software de la manera más sencilla que sea posible; por lo tanto, no es tolerable pasarse dos horas reinstalando programas mediante el centro de software, una aplicación que, mientras no nos sorprendan con novedades en Raring Ringtail, es lenta e inestable y no se acerca en comodidad y fiabilidad a un buen
Una cosa sí es segura: estos dos métodos son mucho más recomendables en casos de reinstalación de sistemas, por ejemplo, si borramos Ubuntu 12.04 y volvemos a instalar Ubuntu 12.04. En en este sentido sí que me parecen procedimientos razonables y no deberían ser problemáticos. En el caso de una actualización de versión... cualquiera sabe, especialmente si se trata de la versión del mes que viene.
Para terminar, y como no termino de fiarme de mi mismo, os dejo un enlace (en inglés) en el que podréis conocer otro método alternativo para esta misma tarea. Juzgad vosotros mismos cuál es el que os conviene. Y por supuesto, en cuanto tenga oportunidad probaré por mi mismo cuál de estos métodos funciona mejor, que es la única forma de confirmar las cosas.
Toquemos madera, porque lo que es cierto es que un capítulo como el de hoy es necesario para una serie como la que estrené la semana pasada. Si lo que queremos es una transición rápida entre versiones de Ubuntu, partiendo de la premisa de que la mejor actualización implica una reinstalación completa del sistema, es fundamental poder reinstalar el software de la manera más sencilla que sea posible; por lo tanto, no es tolerable pasarse dos horas reinstalando programas mediante el centro de software, una aplicación que, mientras no nos sorprendan con novedades en Raring Ringtail, es lenta e inestable y no se acerca en comodidad y fiabilidad a un buen
sudo apt-get install aplicación1 aplicación2 aplicaciónNcomando este último que es el que definitivamente recomiendo, tras añadir todas las PPA que consideremos necesarias. En este sentido puede venir bien el comando que indico al principio, que nos devuelve un archivo de texto con el listado de paquetes instalados en el sistema. Tomaos este archivo como un borrador útil que tendréis que editar, borrando los paquetes que no reconozcáis y eligiendo sólo aquellos que correspondan con el software que habéis instalado vosotros manualmente. El resto de paquetes serán probablemente dependencias que se instalarán automáticamente en función de las necesidades de vuestro sistema operativo.
Una cosa sí es segura: estos dos métodos son mucho más recomendables en casos de reinstalación de sistemas, por ejemplo, si borramos Ubuntu 12.04 y volvemos a instalar Ubuntu 12.04. En en este sentido sí que me parecen procedimientos razonables y no deberían ser problemáticos. En el caso de una actualización de versión... cualquiera sabe, especialmente si se trata de la versión del mes que viene.
Para terminar, y como no termino de fiarme de mi mismo, os dejo un enlace (en inglés) en el que podréis conocer otro método alternativo para esta misma tarea. Juzgad vosotros mismos cuál es el que os conviene. Y por supuesto, en cuanto tenga oportunidad probaré por mi mismo cuál de estos métodos funciona mejor, que es la única forma de confirmar las cosas.